El Rey Carlos III ante los desafíos en un mundo de cambios
Como heredera del trono británico, la princesa Isabel se dirigió a la Commonwealth en un programa de radio en su cumpleaños número 21. “Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, ya sea corta o larga, estará dedicada a su servicio”. Al hacerlo, aceptó su destino como futura monarca: una vida de deber y una identidad indistinguible para siempre de la jefa de estado.
Es una carga pesada de llevar para cualquier individuo. Pero es uno que la reina Isabel II llevó con gracia, deber y humor durante su reinado de 70 años. Ella no era perfecta; se equivocó en algunas cosas. Pero en la Reina, Gran Bretaña se benefició de una monarca que entendió su papel y sus límites en una democracia y que durante décadas sirvió a su pueblo indefectiblemente y sin quejarse. Su muerte marca un profundo momento de transición para el Reino Unido; mientras el país celebra su vida y lamenta su pérdida, su hijo Carlos asume el papel de rey en un momento de gran incertidumbre económica, internacional, política y constitucional. La forma en que Carlos III aborde su reinado indudablemente determinará el futuro del Reino Unido como monarquía constitucional.